Érase una vez una niña que tenía un anillo en la mano y siempre lo llevaba puesto. Un
día la niña se levantó y no encontraba su anillo, y se puso muy nerviosa porque
tenía una locura con el anillo.
Miró en su estuche
para saber si estaba guardado allí, pero no. Después de buscarlo por todos
lados le entraron las ganas de comer, así que preparó su almuerzo. Después de
comer reposó y buscó en un árbol donde solía
ponerse a la sombra, pero tampoco estaba ahí.
Más tarde buscó en su jardín y encontró el anillo.
Estaba escondido en una estatua de una tortuga.
Cogió el anillo y le dio un beso. Al día
siguiente se despertó le dio de comer a su pájaro.
Desayunó, se lavó los dientes y la cara. Se vistió para ir al instituto. Se encontró con su amiga Eva, a la que le enseñó el anillo y a esta le
gustó muchísimo.
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