Titular:
“Pensó
que había perdido a su perra para siempre pero cuando hizo sonar sus juguetes
en el bosque escuchó su llanto.”
Historia:
Una fría mañana de invierno en Redbrige, Inglaterra, Alan Whitton y su
perrita Mitzi, a la que apenas conocía desde hace un año, habían decidido ir
esa mañana a dar un paseo. Alan adoptó a Mitzi tras fallecer su último perro,
llamado Tinker. Mitzi era una perra pequeña de raza Jack Russell Terrier, muy
juguetona y activa.
Esa mañana Alan y Mitzi paseaban juntos por un bosque que se encontraba
a apenas 20 minutos de la casa en la que vivían. Ambos disfrutaban mucho de la
compañía del otro y se lo pasaban en grande jugueteando con los palitos que se
encontraban por el camino. En un momento determinado apareció un gran sabueso
acompañado de su dueño, este, en cuanto vio a Mitzi se lanzó directamente hacia
ella para jugar. La pobre Mitzi, en cuanto divisó a semejante perro correr
hacia ella, huyó despavorida para esconderse. Alan, al darse cuenta, salió
corriendo tras ella, pero le resultó imposible alcanzarla.
La buscó durante todo el día sin poder dar con ella. La llamó con sus
juguetes, con comida, pero no aparecía. A Alan le angustiaba la idea de irse a
casa sin ella; al anochecer, no le quedó otro remedio. No pudo pegar ojo en
toda la noche.
Al día siguiente publicó imágenes en redes sociales sobre la
desaparición, e incluso, pegó carteles por la calle. También salió junto a un
grupo de personas a buscarla; lamentablemente no obtuvo resultado. Alan tendría
que pasar otro día sin Mitzi, por la cual ya estaba totalmente disgustado,
llegando a pensar que podría estar muerta.
Durante la mañana siguiente recibió una noticia esperanzadora. Un
hombre que paseaba a su perro, andaba por la zona y notó que su mascota
olfateaba mucho alrededor de una cueva de zorro.
Alan fue corriendo al lugar, ya nervioso pensando encontrar a su perra
en muy malas condiciones; y tras un rato cavando en la cueva y con ayuda de
otras personas, encontró a su perra que había quedado atrapada en un pequeño
escondrijo. Alan sacudió los juguetes de Mitzi y esta se activó pudiendo llegar
hasta dónde se encontraba su dueño.
Este la estrujó entre los brazos y se desmoronó abrumado por la
alegría. Afortunadamente Mitzi solo estaba deshidratada y con hambre, sin
ningún rasguño.
Patricia 3ºA.
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