jueves, 8 de noviembre de 2018

HISTORIAS DE MIEDO



Aquella noche de verano algo me despertó. Un frío invadía mi habitación, me tapé con la manta y me quedé dormida. Dos horas después me desperté de nuevo por un ruido que se escuchó afuera, y pensé que , como estaba en un campo, sería normal. Para no tener que salir abrí la ventana y miré. Me asusté, vi a una persona allí, pero no se le veía bien. Me decidí a salir pero cuando llegué al sitio ya no estaba y me fui a dormir.

                                                       MACHARI 




Aquella noche de verano, me desperté. Un frío invadía mi habitación y se metía por debajo de la sábana, recorriendo mi espalda como un fino, largo y frío dedo.Estaba sudando. Sentía algo que ya había sentido antes: el miedo a la muerte, a lo desconocido, al agujero del armario de mi cuarto. Con cautela, miré a la puerta y, para horror mío, vi una sombra que se acercaba por el pasillo en dirección a ... mi dormitorio.
Temblando, llorando en silencio, escuchaba los pasos , lentos pero firmes. Eran los pasos de la muerte, que venía por mí. Miré el reloj: Marcaba las 3:33 de la madrugada, la hora en la que, según mis primos, se levantaban los muertos para ir a por ti. La sombra, lenta pero implacable, se detuvo en mi puerta. A la luz que emitía la Luna a través de la ventana, vi que la sombra llevaba una guadaña y una bolsa de plástico en la que se distinguían: un trozo de tiza gorda, varias velas, un libro con una estrella en la tapa y un mechero. Miré a la sombra, era altísima, y, por fin pude ver su rostro:sus ojos eran de un color rojo sangre, su nariz era muy pequeña, y, en su boca estaba dibujada una sonrisa de loco. Con cuidado, cogió la tiza y dibujó con ella en el suelo una estrella de cinco puntas, rodeada de un círculo. En cada punta, puso una vela y las encendió. Cuando ya hubo terminado, abrió el libro y empezó a recitar unas palabras extrañas.
En ese momento, empecé a escuchar risas malévolas, que parecían venir del suelo. El dibujo con tiza pintado en el suelo comenzó a brillar, y el hombre que estaba en el centro soltó una carcajada que helaría la sangre del más valiente. Fueron apareciendo en el suelo una forma de humo que reía con locura. Yo, por increíble que suene, sabía qué era esa cosa: era "Dedoslargos", una criatura legendaria que se alimentaba de carne humana, y que para alimentarse tenía en cada mano una boca con afilados dientes para desgarrar la carne. Siempre había oído hablar sobre ellos, pero nunca me lo había creído. Otra forma empezó a salir de la estrella cuando la primera ya estaba fuera. Reconocí a la segunda incluso antes de que saliera completamente, ya que su olor a azufre era inconfundible:era un Balrog, un ser mitológico que habitaba en las profundidades, dormido desde la Primera Guerra. Mucha gente piensa que están desaparecidos, pero yo y mis amigos descubrimos que el último todavía seguía vivo gracias a las grandes tecnologías. Lo habíamos observado mientras dormía y siempre nos había impuesto mucho respeto. Ahora, que estaba despierto, más que respeto, imponía miedo. De la tercera punta de la estrella surgía un troll, más grande que un armario. Fue saliendo y se incorporó al grupo que se había congregado alrededor del hombre. De la cuarta y quinta punta de la estrella salieron dos demonios. Cuando hubieron salido todos, el hombre que los había llamado se quitó la capucha, y empezó a transformarse en un hombre lobo. El Balrog hizo un agujero con su látigo de llamas del infierno en la pared de mi cuarto, y salieron a la calle a buscar víctima...
Quizás no sabían que había una niña mirándolos desde su cama...
Quizás no se habían dado cuenta...
Lo mejor de todo era que yo era la única que sabía cómo acabar con ellos:para acabar con el Dedoslargos, se le debía engañar poniéndole carne de cerdo en vez de carne humana; para el Balrog, solo era necesaria el agua del mar; para el troll, únicamente era necesario darle con una piedra en el ojo; para los demonios era sencillo, ya que sólo hacía falta agua bendita; y para el hombre lobo había que clavarle una estaca en el corazón mientras está indefenso y cortarle el cuello.
Lo único que hacía falta en esta peligrosa aventura era valor y seguridad en uno mismo...
Tal vez lo consiguiera...
Tal vez no...
                                                     TERESA . 3º B



Aquella noche de verano algo me despertó. Un frío invadía mi cuarto, así que bajé a la cocina a coger un vaso de leche para que me entrara el sueño otra vez. Cuando fui a la nevera, alguien me dijo “¿Juegas conmigo?” me giré y no vi a nadie. 
Pensé que estaba atontada del sueño, pero al coger el vaso, justo detrás de mí una chica con los ojos completamente negros y piel pálida, con un uniforme de escuela de hace muchos años, pelo corto y negro. Me volvió a repetir la frase:
- ¿Juegas conmigo?
Yo medio temblando le pregunté a qué quería jugar. Y me contestó:
- ¿Juegas con mis amigos y yo al escondite?
Acepté y jugamos toda la noche. Al día siguiente al bajar mi madre me encontró dormida en el suelo y me dijo que anoche había dado muchas vueltas por la casa y que parecía que jugaba sonámbula al escondite…

                                                    Mª Araceli 3ºC






Aquella noche de verano algo me despertó. Un frío invadía mis fosas nasales, recorriendo toda mi faringe, hasta mis pulmones.
Algo no iba bien.
Me levanté de mi amada cama, sintiendo un escalofrío en mi espina dorsal. El sentimiento llamado miedo, estaba llamando a mi puerta para que lo recibiera. Mis pies descalzos tocaron el suelo, estaba tocando el mismísimo hielo.
Mi mente colapsó por unos segundos, ¿por qué al ser verano, tenía tanto frío de repente? Era algo tan surrealista, que mi sistema no estaba funcionando correctamente. La baja temperatura empezaba a hacerse presente en mi habitación, como si un cambio de estación se tratase. Mis extremidades comenzaron a moverse, buscando alguna solución a mi problema. Agarré el pomo, lo giré, y empujé suavemente la puerta de madera robusta de mi habitación.
Ni un alma por los pasillos.
Seguidamente, me dispuse ir a la cocina, para tomarme un té o algo para relajarme. Aunque debería de comprobar mi salud, ya que este cambio se podría deber a una prevención de malestar en mi organismo. A continuación entré en la cocina, donde mis orbes miel divisaron la hora en el reloj de dicha sala. Tres y media de la mañana, perdida en las sombras de la noche en mi propia casa.
Un sonido comenzó a adueñarse de mis oídos, era desagradable, ensordecedor, me estaba horrorizando por completo. Venía de mis espaldas, eso me estaba encarcelando en la celda del miedo, y yo no podía girarme y escapar de esta. Mi garganta empezaba a fallar, y mis tragos no estaban siendo naturales, sino forzados, costosos.
La valentía recorrió mis venas, y me dio el movimiento suficiente para ver detrás de mí. Algo que nunca en mi vida debí haber cometido.
Un grito se escapó de mi garganta, sin poder retenerlo más, sin necesidad de hacerlo. Quería decirle al mundo que estaba asustada,
que quería llorar y salir de esta pesadilla, porque realmente lo sentía. La pared blanquecina de mi cocina se había pintado de carmesí, con unas letras que formaban la frase que estaba marcando este tormento.
«2 생명, 1 기회, 당신 죽음 수진»
"Dos vidas, una oportunidad, es tu muerte Sujin."
Mi sistema nervioso se había roto por completo, no paraba de leer mi maldito nombre escrito con fluidos sanguíneos delante de mí. Mi sentido de protección paternal se dirigió a mi hermano. Él no pudo escribir esto, con lo cual significa sólo una cosa.
Hay tres personas en esta casa, y una nos quiere quitar la vida a las dos restantes.
Mis piernas funcionaron sin una orden aparente, buscando la habitación de mi hermano Jisung sin intentar dislocarme la cabeza en alguna parte del camino. Sin embargo, pasos empezaron a oírse detrás de mí, más seguidos, frecuentes, estaba pisando mis talones descalzos.
Me estaban persiguiendo.
Corrí como si nunca hubiera un mañana el siguiente día. Mi desesperación se estaba haciendo notable, gotas saladas caían de mis mejillas salvajemente. Era una pelea entre yo y la oscuridad, y estaba claro que como me tropezase, conocer al suelo en el viaje no sería lo único que me ocurriría. No quería mirar atrás de mí, no debía, la habitación de Jisung era una prioridad. Eso hacía que mi estómago se retorciese, porque no la encontraba.
Mis extremidades bajas se movían, pero yo no era capaz de encontrar lo que más deseo ahora. Y mis ganas aumentaron cuando ese rugido saturado entró por mis orejas.
Todo no acababa, tantos cruces y vueltas que recorrí, para visualizar la puerta de colores vivos que indicaba la salvación de mi preciado familiar.
Pero la vida no era tan fácil, y ese tacto frío y desgarrador en mi pie me lo demostró. Mi cuerpo sintió la fuerza de la gravedad tirando de él, hasta encontrarme no muy amistosamente con el suelo. Mis manos lucharon para arrastrarse con fuerza hacia la puerta, mientras mi propio miedo humanizado atraía mi propio ser hasta la muerte misma. Cascadas de agua salada se hacían en mis mejillas, el suelo helado raspaba mi barriga, voces comenzaban a corromper mi mente.
—¡Jisung abre la puerta! —grité, con la mínima esperanza de que mi hermano me salvara de esto.— JISUNG, POR FAVOR.
Repetí nuevamente, dos, tres, cuatro veces. La entrada a mi libertad poco a poco comenzó a abrirse, mi pie tiraba incluso más que antes, pero mis brazos nunca dejaron de moverse conmigo. Una patada hizo actuar a mis piernas, me moví como la luz misma hasta la puerta, y cerrarla desesperadamente detrás de mí.
Me apoyé en la tabla de madera, y dejé caer mi organismo conmocionado. Mi hermano estaba ahí, delante de mí. Sus cuencas eran brillantes como perlas, reflejaban el terror que había sentido también. Él ando hacia mí, decisivo, con intención de realizar algo. Se colocó justo delante de mis pies, y cayó encima de mí.
Todo estaba congelado, no había respuestas, era todo una pesadilla que me estaba ahorcando por completo. Su cuerpo débil e infantil había sido cruelmente apuñalado por la espalda. Un pedazo de su cabeza había sido extraída, mostrando parte de su órgano clave vilmente golpeado. Mi corazón por primera vez en la noche había muerto completamente, porque sentía aún sus quejidos y lloriqueo en mi pecho clavándome lanzas en mi alma.
Un líquido carmesí empezó a brotar de él, de todo su ser. Partes de sus órganos estaban siendo arrancadas, mientras yo, nunca pude hacer nada.
Dos vidas exterminadas, has ganado el juego, Sujin.
(...)
—¿Cómo se encuentra?
—Ha vuelto a sufrir otro de sus ataques, y creo que es el peor de todos ellos.
—¿Por qué lo dice?
—Por qué no paró de nombrar a su hermano muerto.

                                                        MARÍA , 3º A




Aquella noche de verano algo le despertó. Un frío invadía la cabaña, dónde Nora y sus amigos Emma, Diana, Jack, Harry y Theo habían decidido dormir en su pequeño campamento improvisado. Nora se puso una sudadera, y decidió cerrar las ventanas de la cabaña. Sin embargo, cuando fue a hacerlo, descubrió que estaban todas cerradas.
Un escalofrío sacudió la espalda de la chica, y notó una mirada en su nuca. Cuando se dio la vuelta no vio a nadie. Nora no era una persona paranoica, ni miedica, pero se estaba empezando a asustar.
Fue a la cocina, para tomar agua, pero un chillido le heló la sangre. Salió de la cocina, y vio la cabeza de su amiga Emma rodando por el pasillo. Paralizada por el miedo, lo único que pudo hacer fue gritar.
Sin embargo, cuando lo hizo, una mano fría y esquelética le tapó la boca. Sintió como la otra le tocaba el hombro, y cuando miró hacia este, con el corazón a mil, vio que las manos estaban sucias, frías y azules. Las manos de una muerta.
Una voz femenina le susurró al oído, y entonces ella supo que serían las últimas palabras que escucharía.
—Despertarás a tu amiga como sigas gritando. Nora Williams, espero que juegues mejor que ella.
Nora se giró lentamente, y, cuando la vio, su corazón dejó de latir. Era ella. Era Nora, pero muerta. Una muerta tenía su misma cara.
La televisión anunciaba la muerte de cinco adolescentes a manos de su amiga Nora Williams. Ella se giró, hacia el cadáver de la nombrada, y rio. O lo más parecido a una risa que podía emitir una sombra sin rostro. Su risa resonó por toda la cabaña, cuando un nuevo grupo de adolescentes entró por la puerta.

                                                             CARMEN , 3º B
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario