MARÍA
DEL MAR , 3º B
De
pequeña recuerdo que tenía un pañuelito de tela que, en realidad,
era un pareo de mi madre. Recuerdo que tenía una esquinita con la
que me hacía cosquillitas por toda la cara y, sólo, de esa manera,
yo me quedaba dormida y, si se me perída, mi madre tenía que coger
algún otro pareo suyo y cortarlo en cuadraditos pequeños. Así,
entre las cosquillitas y el olor a mi madre con la colonia que ella
le echaba, de nuevo podía quedarme dormida.
SARA, 3º C
Cuando
era pequeña, mi tía nos regaló a mí y a mi primo un peluche que
todavía los dos aún conservamos.
Solía
quedarme dormida con él mientras lo abrazaba. Era un gato súper
pequeñito y olía igual que mi tía, porque había sido precavida y
los había rociado con su colonia antes de regalárnoslo. Creo que
por eso, también me gustaba olerlo ya que había días que no la
veía y la echaba de menos.
Por
eso, pienso que este peluche marcó mi infancia.
JUDITH , 3º C
¿Alguna
vez has indagado en “youtube” y has terminado escuchando el
opening (canción de entrada) de algún programa o serie de TV que
veías hace años, cuando apenas eras un pequeño ser sin idea en el
mundo? Yo lo hago muchas veces. Es muy divertido y melancólico. Se
diría que es de las pocas cosas que disfruta haciéndolas. A veces
pongo listas de reproducción para que salgan varias canciones
seguidas y al azar. Siempre en todas las que pongo aparece ese
“opening”: “Abre la puerta al paraíso”… “Mermaid Melody…
“Pichi, pichi, picht”… Creo que pocas series me han hecho
sentir tanto a tan temprana edad. Se podría decir que está al mismo
nivel que Code Lycko (por eso me apodo Xana). Es increíble cuando
esa canción empieza a sonar. Mi corazón se acelera, salto a cantar
como si no hubiese mañana, somo si yo fuese una de esas sirenas…
Aún
recuerdo cuando salía en Disney Channel a las cinco de la tarde.
Jugaba a la consola dos horas antes y nadie mpodía tocar la tv hasta
que la serie acabase. A día de hoy, aún veo capítulos en internet,
y no creo que pare de hacerlo. Me hace sentir pequeño, como si aún
tuviese seis años. Me llena de una felicidad impresionante.
PAULA , 3º C
Mi
infancia me ha llenado de emoción, de risas, llantos, peleas…
pero, sobre todo, tengo una infancia llena de recuerdos.
Para
mí, un momento increíble es cuando pasé horas jugando con amigos
en la calle. Sin límites. Jugaba con toda libertad sin que nadie nos
privara de nada.
Me
acuerdo que jugábamos toda la tarde al fútbol, partidos que duraban
hasta cuatro o cinco horas… pero nos daba igual cuánto durase…
sólo nos importaba que éramos felices y nos lo pasábamos bomba.
También
jugábamos al “cobeo”, que trataba de que todos, en un parque,
jugábamos al pilla-pilla pero sin abrir los ojos… o al escondite,
al baloncesto…
eran
típicos juegos que me gustaban, pero era feliz con mis amigos. Nada
me impedía que jugara con ellos, por eso, mi infancia será
recordada con los juegos grupales y con la amistad.
ALBA
MARÍA , 3º C
Esa
ilusión por la que te vas haciendo grande al moverse los dientes.
Llegó el día en el que tu primer diente cae, y tú te sientes mayor
e importante al ver algo diferente en tu boca. Ahí no queda todo: ¿Y
el Ratón Pérez? Esa ansia y emoción a que llegue la noche para
dejar aquel diente bajo la almohada y que un ratoncito entre en tu
casa a cambiar tu diente por unas monedas.
Hablo
por mí. Yo, de mi infancia, no me quedo con juguetes, me quedo con
esa inocencia de una niña pequeña y esa ilusión por ver cómo,
poco a poco, cambia tu cuerpo y te vas haciendo mayor.
M.ª
YOLANDA 3º C
Durante
toda mi niñez he tenido muchos muñecos y peluches, pero hay uno que
dormía con él todas las noches y, fuera donde fuera, me lo llevaba
conmigo. Aún lo sigo conservando.
Era
un pelucha de Winnie de Poh. Ese muñeco siempre me dio mucha ternura
y, cada vez que me enfadaba con mis padres, lo abrazaba llorando y me
tranquilizaba. Siempre le echaba el perfume de mi madre para
abrazarlo por las noches y sentirme más protegida.
Ese
peluche me trae muy buenos recuerdos de mi infancia y aún sigo
durmiendo con él.
IGNACIO , 3º C
Mi
recuerdo de cuando era pequeño era una minimoto GP que me preparó
mi padre para ir a las competiciones. Recuerdo que con la moto me
parí el brazo. También me quemé el dedo con el tubo de escape y mi
hermano también se quemó. Aunque, doliese, era como pensar que eran
“heridas de guerra” y me sentía orgulloso porque con ellas , me
creía adulto y hasta un profesional de las carreras GP.
Cada
vez que veo una minimoto me trae muy buenos recuerdos, ya que cuando
era pequeño no quería otra cosa que no fuese la moto y aún así,
sigo teniendo la moto. Cuando la veo, la sigo cogiendo porque el
sonido me recuerda a la niñez.