jueves, 24 de enero de 2019

Dos historias y mismas palabras


HISTORIA DE NAVIDAD

Estudiando era la peor forma de empezar el año. Suelto el bolígrafo en la mesa, y este, a su vez, tira el papel del polvorón que me había comido hace un rato. No pensaba pasar el primer día de 2019 estudiando. Cojo el diccionario de francés y lo guardo en la estantería, al lado de un peluche de jirafa que me trajo mi hermano de Disneyland. Salgo del salón, para ver a mi hermano, Lucas, poniendo la mesa, y robando alguna que otra patata frita preparadas para los invitados. Como era costumbre en mi familia, el 1 de enero nos reunimos para comer garbanzos y celebrar el año nuevo juntos. Entro en la cocina, para ver a mi padre echándose una foto, desde que se había hecho Instagram no paraba de publicar selfies. Niego con la cabeza, notando cómo mi mal humor por tener que estudiar desaparecía. No podía empezar el año enfadada.


HISTORIA EN VERANO

Si había algo que me gustaba del verano era la playa. El mar, el sol, el ambiente relajado... Aunque claro, el ambiente no podía ser relajado si estaba mi familia entera reunida, como cada año. ¿Cuántos selfies más tendré que echarme con mi prima hasta que le guste cómo sale? Harta de tanta foto, voy con mis tíos, que acababan de abrir el paquete de patatas y hablaban de bolígrafos y diccionarios, tal vez comentando cómo le iban las oposiciones a mi tía. Mi madre, mientras busca la fiambrera con los garbanzos, me dice que vigile a mi primo, que me esperaba para meterse en el agua con sus manguitos de jirafa. Mi prima, la de los selfies, nos persigue para también meterse en el agua, pero a mitad del camino se tropieza con una toalla y cae al suelo. ¡Madre mía¡ ¡qué polvorón!


CARMEN COLLANTES 3º B

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