HISTORIA DE NAVIDAD
Estudiando era la peor forma de empezar el año. Suelto el bolígrafo en la mesa, y este, a su vez, tira el papel del polvorón que me había comido hace
un rato. No pensaba pasar el primer día de 2019 estudiando. Cojo el diccionario de francés y
lo guardo en la estantería, al lado de un peluche de jirafa que me trajo mi hermano de
Disneyland. Salgo del salón, para ver a mi hermano, Lucas, poniendo la mesa, y
robando alguna que otra patata
frita preparadas para los invitados. Como era costumbre en mi familia, el 1
de enero nos reunimos para comer garbanzos y celebrar el año nuevo juntos. Entro en la cocina,
para ver a mi padre echándose una foto, desde que se había hecho Instagram no
paraba de publicar selfies.
Niego con la cabeza, notando cómo mi mal humor por tener que estudiar
desaparecía. No podía empezar el año enfadada.
HISTORIA EN VERANO
Si había algo que me gustaba del
verano era la playa. El mar, el sol, el ambiente relajado... Aunque claro, el
ambiente no podía ser relajado si estaba mi familia entera reunida, como cada año. ¿Cuántos selfies más tendré que
echarme con mi prima hasta que le guste cómo sale? Harta de tanta foto, voy con
mis tíos, que acababan de abrir el paquete de patatas y hablaban de bolígrafos y diccionarios, tal vez comentando cómo le iban las
oposiciones a mi tía. Mi madre, mientras busca la fiambrera con los garbanzos, me dice que
vigile a mi primo, que me esperaba para meterse en el agua con sus manguitos de
jirafa. Mi prima,
la de los selfies, nos persigue para también meterse en el agua, pero a mitad
del camino se tropieza con una toalla y cae al suelo. ¡Madre mía¡ ¡qué polvorón!
CARMEN COLLANTES 3º B
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