No esperaba a nadie. Entonces abrió la puerta.
Venía encapuchado, no sabía quién era… Me tapó
la boca, me ató las manos y me enceró en el sótano.
Me llevé días y días… sin comer y sin saber qué
haría conmigo.
Sonó el teléfono. Pude cogerlo y pedir ayuda.
Llegó la policía a mí, pero en la casa no había
nada: ni muebles, ni huellas, ni rastro de lo que allí me había sucedido.
ALBA
MARÍA , 3º C
No esperaba a nadie. Entonces abrió la puerta
Y de repente vio una cara conocida, pero en ese
momento no sabía quién era. Esa persona se abrazó a él y fue ahí cuando se dio
cuenta de quién era y por qué lo abrazaba. Lo reconoció por su perfume.
Hacía dos meses que había sufrido un accidente
y, desde entonces, padece una enfermedad que le hace perder la memoria.
Aquella persona era su primo. Desde pequeños
estaban muy unidos, pero, al hacerse mayores, se separaron por trabajo.
Empezó a recordar poco a poco todos los
momentos vividos juntos y se emocionaron.
Desde ese momento, todos los días se llaman y
siempre están el uno para el otro en lo bueno y en lo malo.
Mª
YOLANDA , 3º C
No esperaba a nadie. Entonces, abrió la puerta.
Era mi hermano, como siempre. Otra vez entrando en mi cuarto sin
llamar a la puerta.
Me preguntó:
-
¿Quieres jugar conmigo?
Yo le respondí que no, que se fuera de mi cuarto.
Me quedé feliz en mi cama y abrieron de nuevo la puerta y me dije “otra
vez, mi hermano el pesado”. Entró en la habitación, pero esta vez era mi madre
preguntándome si ya había cenado. Le dije que sí y que no vea si eran pesados
entrando en mi cuarto.
Me iba a dormir ya, porque tenía al día siguiente instituto. Mientras
estaba durmiendo, escuché un ruido en mi habitación y me asusté. Se acercó
hacia mí, agarró mis sábanas y me las quitó. Pegué un bote en la cama y salí
corriendo hacia la habitación de mis padres. Me acosté con ellos y ahora
también abrieron su puerta.
Alguien entró y vino hacia mí. Le planté cara y le di con la
almohada en la cara y me quedé sorprendido al ver que era mi hermano… al final
estuvo jugando conmigo, como él quería.
JUAN JOSÉ , 3º A
No esperaba a nadie. Entonces abrió la puerta.
Y ella apareció. Era fea, un poco bajita, algo desdentada, canosa y
muy cansina. La llamaban “mi suegra”. Entró e inmediatamente subió a la
habitación de arriba sin decir ni mu.
Subí para ver qué hacía. La vi entrar en el baño y, al seguirla, me
dijo angustiada:
-
¿También entras conmigo?
Dejó un olor horrible, pero me echó la culpa a mí.
La vergüenza me recorría todo el cuerpo. Así que cogí una cerveza
de la cocina y me puse a ver la tele con los niños.
Vino de nuevo hacia mí y me preguntó que qué quería comer. Le respondí
lo que nunca le debes responder a una suegra:
-
Una hamburguesa del McDonalds
Se sorprendió y sacó el móvil. Empezó a enseñarme vídeos de cómo se
hacían las hamburguesas y, al verlo, sinceramente se me quitó el hambre, así
que le dije amablemente:
-
¡Vete de mi casa, vieja!
Se fue enfadada y le dijo a su hija que la había echado de casa. Entonces
me tocó dormir una semana en el sofá.
SAMUEL , 3º A
No esperaba a nadie. Entonces, abrió la puerta.
Vi una sombra acercándose hacia mí. Me puse muy nerviosa y
asustada. Realmente no sabía qué hacer… ¿quién sería?
Cogí lo primero que encontré en mi habitación: la almohada. Igual
sí venía con la intención de hacer algo malo. Al menos, se la podría tirar y
darme tiempo a coger otra cosa más contundente o salir corriendo… porque mucho
daño no le iba a hacer.
Aquella forma misteriosa fue cobrando forma y no era lo que yo
esperaba, la verdad.
-
¿qué haces aún despierta?
Se encendió la luz y vi a… ¡mi madre! Y yo pensando en que me iba a
matar…
ANA 3º A
No hay comentarios:
Publicar un comentario