No esperaba a nadie. Entonces, abrió la puerta.
Lo dejé claro esta mañana, quería estar solo. Arg! Cómo odio a la
gente cotilla. No sé quién era esa persona, ya que le cerré antes de que
entrara. Escuché un quejido detrás de la puerta. ¡Maldición! Ahora debe olerse
desde fuera, el estupefacto hedor que asfixia esta habitación.
Aún no había acabado con aquellas personas, si es que aún quedaba
algún cuerpo sin tocar. Podía buscar alguna excusa y salir a ver quién era sin
que me pillara, pero, ¡joder!, ¡estoy cubierto de sangre, jugos y un
horripilante olor! ¿Qué pasará si la última persona que me queda logra
salvarse? No, eso no. Yo no pierdo.
Respiré profundo, coloqué una silla en la puerta para que sirviese
de palanca y me acerqué a ese hombre desnudo atado de brazos y piernas.
Hice lo que tenía que hacer y, luego, para acabar, acaricié su rostro
y le di un asqueroso y profundo beso. Lo atravesé con el cuchillo. Éste agonizó,
mientras yo abría la herida. Murió.
Moví la silla y me acomodé en un rincón, abrazando mis rodillas…
hasta que alguien lo hiciese: hasta que llegara una patrulla
de policía. Nunca olvidaré sus graciosas caras cuando vieron el
escenario.
Uno vomitó tras ver que había pisado accidentalmente un ojo. Tenía que
aguantarme porque iba a estallar a carcajadas. Ese lugar era un almacén de cadáveres,
más viejos y más nuevos. Sí, era mi almacén: ahí llevaba a niños y adultos,
acumulados cual montaña. Pero no soy idiota: lo hice muy bien desde un
principio, para nunca parecer culpable. Sí, me victimicé, culé a ese último
hombre: confesé falsamente que sólo lo maté a él por defensa propia.
Ahora estoy saliendo del juicio y tengo tantas ganas de reír…
JUDITH , 3º C
No esperaba
a nadie. Entonces abrió la puerta…
… de su
cuarto y no había nadie. A eso de la media hora volvieron a llamar a su puerta.
Él volvió a abrir y de nuevo no había nadie. Ya empezó a asustarse y se metió
en su cama tapado hasta arriba.
Al poco
tiempo, volvieron a llamar. Se quedó asustado porque tenía mucho miedo. Entonces,
la puerta se empezó a abrir y a cerrar. Luego pegaron un portazo. Jaime ya
estaba demasiado asustado y no podía llamar a su vecino. Tenía miedo de salir
de su cuarto.
Ya no se
escuchaba nada. Se atrevió a salir de casa y fue hasta la de su vecino Ismael. Allí
le contó lo que había pasado.
Su vecino,
extrañado, no le dio ninguna respuesta para eso. Entonces le dijo:
-
Vete a casa
a descansar y deja de soñar, que es muy tarde.
Jaime se
fue a casa. El miedo se apoderaba de él mientras subía las escaleras. Al abrir
la puerta de su cuarto, vio acostado en su cama a una persona. Era su primo,
que le estaba gastando una broma.
DIEGO , 3º C
No
esperaba a nadie. Entonces, abrió la puerta.
Cuando
vi que la puerta se abría, estaba un poco asustado porque no había nadie más en
casa. Era mi hermano mayor que había vuelto de Estados Unidos para estar de
vacaciones con nosotros ya que le habían dado días libres en su nuevo trabajo.
Aprovechando
que era el cumpleaños de nuestra madre, mi hermano decidió preparar una fiesta
sorpresa y me pidió que llamara a todos los familiares posibles.
Fui
a comprar máscaras y serpentinas, pasteles y bebidas y decoramos la casa como
nunca.
Tras
la llegada de los familiares, llegaron nuestros padres y les dimos la mejor
sorpresa de sus vidas: mi madre no paraba de llorar de la alegría…
Estuvimos
todos esos días sin desaprovechar ni un minuto con mi hermano e hicimos todo lo
que él necesitaba o le gustaba hacer. Pero llegó el día de la despedida, lo
llevamos al aeropuerto y volvimos a la rutina.
Espero
que pronto se vuelva a abrir la puerta cuando no espere a nadie.
IGNACIO , 3º C
No
esperaba a nadie. Entonces abrió la puerta.
No
esperaba que iba a llegar alguien tan especial y de repente llegó él: una
persona tan maravillosa que cambió su vida por completo.
Era
tan inesperado y tan pronto que le dio un enorme vuelco a su vida: llegó la
persona más adecuada a su vida. Ella siempre había escuchado lo bonito que era
estar con alguien y que el amor siempre aparecía de la nada cuando no era
esperado. Y se dio cuenta de que era verdad todo aquello que siempre había
oído. En aquel tiempo se sintió afortunada por tenerlo a su lado, porque le
hacía sentir como si estuviera en el aire.
Hoy,
él no está a su lado, porque está de viaje… pero daría lo que fuera por tenerlo
cerca. Cree que en la vida pasan muchas personas, amistades, familiares… pero
cuando se está enamorado y este se va, todo se vuelve oscuro, necesita que pase
pronto el tiempo y vuelva a estar en ese paraíso que han creado juntos.
ELENA , 3º B